Cuando las futuras generaciones estudien esta época (la primera década del XXI aproximadamente) deducirán que es la generación patana, idiota, engañada y zopenca.
Primero unos terroristas se estrellan contra las torres gemelas -realmente de chiste- y esto lleva a que el mundo empiece a tomar prevenciones contra los moritos malotes que nos dan mucho miedo. A raíz de aquello, Collin Powell, nada menos, lleva a la ONU unos dibujos de unos camiones “aquí transportan armas de destrucción masiva”, así de fácil, sin pruebas. Con eso, Estados Unidos, apoyado por dos dirigentes imberbes y sin ninguna influencia (Blair y Aznar) ataca Irak. Y claro, los que tiene la pasta se ponen nerviosos y deciden tomar el control. No podemos dejar que nuestros intereses estén en riesgo. Ponen a un señor que se llama Rodrigo Rato para que firme los documentos que acreditan la debacle de la economía del planeta. Y el buen hombre, no sólo no desaparece del mapa político, sino que se coloca en primera línea, porque a todos nos da igual.
La crisis nos arrasa a todos y Grecia se hunde. La Unión Europea nos dice que es que los datos macroeconómicos de Grecia se los daban por teléfono y, claro, no estaban bien. Como de chiste de Gila.
Luego, por generación espontánea, empieza una ola contagiosa de revueltas en los países árabes que ponen en duda el modelo islámico tan radical y tan corrupto. Hay que joderse. A los mercados les vendrá bien esto, no?
Más tarde -y esto es una mera anécdota en medio del gran engaño- nos dicen que Mubarak, el egipcio, está en un rincón de Egipto dejándose morir (es que es para partirse), que no se toma la medicación. Después nos dirán que se ha muerto y así la historia ya no le tendrá que juzgar.
Lo dicho, nos estudiarán y dirán que…
“La primera década del siglo XXI, también conocida como Década Wikileaks, se caracterizó por una política mundial de mierda que no escondía sus objetivos interesados para favorecer al poder económico en detrimento de la verdad, la información, la seriedad y la inteligencia. Los grupos civiles, nada organizados, no respondieron a las provocaciones, adormecidos por la utopía del apoyo mutuo que aparentaba ser Internet”.
Exactamente… Exactamente estamos adormecidos o narcotizados con la falsa cortina de humo que es Internet. Es decir, todos somos un poco gilipollas. Nos hemos creído que Internet iba a suplantar a los sindicatos… Pues no, sinceramente, no, eso no ocurrirá nunca.
Ahí radica toda nuestra estupidez: «Adormecidos por la utopía del apoyo mutuo que aparentaba ser Internet».